GACETA LENGUAS Y LETRAS
  • INICIO
  • BELLAS LETRAS
    • ENTREGAS MENSUALES
  • ESCALETA
  • BELLAS LENGUAS
  • LETRAS ENTRE LIENZOS
    • CHARL-INK
    • CHIHUAHUA ANDRÓGINO
    • MOE-JOE
  • FACULTAD LENGUAS Y LETRAS
    • Profesores de literatura
    • Congreso Internacional de Estudios Literarios
  • CONTACTO

EXTRAVÍO EN EL LABERINTO DE LA SOLEDAD

15/9/2014

0 Comentarios

 
Por Paul Peña.

Movilizaciones policiacas y militares sorprendieron el día de ayer a la sociedad cuando se realizó la búsqueda y rescate de un joven que llevaba extraviado dos semanas en el laberinto de la soledad; aunque todo fue posible gracias a un especialista, que había investigado el devenir del laberinto en la literatura, ya que él dio las claves y huellas a seguir para que la autoridad diera con el desaparecido. En Aeroletras logramos contactar al célebre pazista Daniel Lizárraga, quien nos relató la odisea para el rescate del chico.
    Todo comenzó cuando Roberto G. se encontraba en la clase de Lectura y Redacción, en la que estaban revisando a los autores más destacados de mexicanidad; el problema suscitó cuando Roberto le dijo a un compañero que no había hecho la lectura ya que le cagaba Paz, comentario que desafortunadamente escuchó el profesor. Éste lo reprimió frente a todo el grupo, y le recriminó que cómo era posible que no hubiera hecho la lectura, tan elemental para educación de cualquier mexicano, que cómo iba a saber de dónde venía y a dónde iba. Le azotó unas palabras terribles. “¿Quién eres tú, tu identidad, sino eres mexicano en tu país, si no lees tu propia literatura?”. Tal fue la reprenda que el pobre estudiante, a sus diecisiete años, quedó sumido en una angustia existencial.
    Durante una semana ningún maestro preguntó por él, ya que Roberto faltaba continuamente; sin embargo, diez de sus compañeros, que eran sus mejores amigos, no lo habían podido contactar, por lo que propusieron ir el fin de semana a buscarlo en grupo para subirle el ánimo. Ninguno sabía con certeza dónde vivía, sólo sabían que Roberto se iba caminando para el norte de la ciudad,; otros decían que vivía en la sierra,; otros que vivía en la ciudad. Decidieron tomar camino hacia Sendero.
    Lo peor pasó el martes, cuando sólo uno de los compañeros había regresado. Sucio y hambriento llegó a la escuela y le contó al Director todo, incluyendo que los diez habían llegado a un jardín con senderos que se bifurcan y se perdieron. El director dio aviso a las autoridades, declararon la alerta ámbar y comenzó la búsqueda.
    Los investigadores policiacos no sabían por dónde buscar, ni qué hacer, ni dónde estaba el jardín; lo que les dio un poco de luz fue la llamada de un bibliotecario que había escuchado la noticia en la radio y creía que el chico que buscaban había pasado por ahí. Los policías que acudieron a tomar declaración no entendieron nada y sentían que estaban perdidos en la búsqueda —como si se tratara de un laberinto—por lo que buscaron al especialista Lizárraga, quien puso orden en la investigación.
    Lo primero que él comentó es que cualquier joven humillado escolarmente haría dos cosas: investigar sobre el tema para remendar su error o recluirse en su cuarto; y que con él estarían los otros nueve compañeros que fueron al rescate de su amigo. Por lo que trató de obtener de los registros de la escuela los datos del domicilio del joven, sin embargo, sólo figuraba “Domicilio: La casa de Asterión”, dato que complicaba bastante la búsqueda.
    Daniel posteriormente acudió a la Biblioteca Babel, ubicada a un costado del Campus Aeropuerto. Ahí entrevistó a Jorge, el bibliotecario que decía haber reconocido al joven, cosa curiosa ya que Jorge era ciego. Le comentó que notó la presencia de Roberto un lunes, tenía un aroma juvenil y atormentado; lo oyó caminando por varios pasillos buscando un libro, revolvía y revolvía. Estuvo por ahí tres días enteros caminando por los pasillos; en el último día se acercó nervioso a él y pidió su ayuda. Le dije al joven que no se sintiera mal, que era normal perderse en los pasillos de la biblioteca, que era un laberinto para los noveles lectores; y le pregunté que cuál libro estaba buscando, saqué el catálogo de catálogos para buscar la ficha. El buscaba por aromas, cada libro tiene su aroma, que se va enriqueciendo con el paso de los años; para cada libro nuevo que nos llega le meto esta ficha por un mes para que se impregne de su aroma y luego la meto en catálogo. El joven buscó la ficha y se la dio, Jorge percibió el aroma y al poco tiempo encontraron el libro; el joven sacó copias del libro y se marchó.
    Al final Jorge le dio la ficha del libro a Daniel, dijo que ahí aún se percibía el aroma del joven y que seguramente algún buen canino entrenado podría rastrearlo. Por lo que el especialista decidió acudir con el compañero que había regresado al jardín. Le resultó extraño que fuera el Alfares, sin embargo notó que en un costado había un camino que conducía a un sendero que se bifurca. Regresó y llamó a las autoridades para darles las instrucciones para localizar al chico.
    Como el caso estaba tomando la atención en los medios, el gobernador decidió mandar a un grupo de veinte policías y veinte militares, además de diez perros bien entrenados en la búsqueda de personas. Cuando llegaron al camino el investigador pazista le dio al comandante dos cosas: la huella para encontrar Roberto es el aroma en la tarjeta, y la clave para poder rescatarlo y regresar era un gran carrete de hilo. El comandante no entendió lo del hilo, igual lo tomó cuando Daniel ató un extremo en el comienzo del camino. El grupo entró al sendero y tomaron el camino de la izquierda, seguían y se auxiliaban de los perros, mismos que a veces perdían el rastro y debido a ello se hallaban en la penosa necesidad de regresar.
    Tras algunas horas lograron encontrar la salida, aunque al final todo mundo se espantó cuando vieron que sólo tenían delante un gran desierto,; no había camino que seguir más que el que los perros indicaban con su olfato. Tras otras largas horas de mucho caminar, dieron con la casa, adentro se escuchaban voces. Los policías entraron y encontraron a los jóvenes platicando y tratando de entender a Paz, no querían salir porque estaban confundidos, decían que cómo podían regresar a la sociedad si ellos eran hijos de la chingada, si les habían arruinado la imagen de su progenitora. El especialista tuvo que entrar en acción, y tras otras largas horas de análisis, discusión e interpretación los jóvenes fueron rescatados.
    Ahora que Roberto y sus compañeros regresaron a civilización, el gobernador ha dado instrucciones para expropiar el desierto, quemar el parque y tirar la casa de Asterión, así como darle al joven una casa en La Pradera. El maestro de la preparatoria fue cesado de su puesto por maltrato estudiantil, y recontratado en una secundaria al sur de la ciudad. Agradecemos a Daniel por su cooperación con Aeroletras por el relato de lo acontecido.

0 Comentarios



Deja una respuesta.

Con tecnología de Crea tu propio sitio web con las plantillas personalizables.
Foto utilizada en Creative Commons desde Risager
  • INICIO
  • BELLAS LETRAS
    • ENTREGAS MENSUALES
  • ESCALETA
  • BELLAS LENGUAS
  • LETRAS ENTRE LIENZOS
    • CHARL-INK
    • CHIHUAHUA ANDRÓGINO
    • MOE-JOE
  • FACULTAD LENGUAS Y LETRAS
    • Profesores de literatura
    • Congreso Internacional de Estudios Literarios
  • CONTACTO