Por Andrea Domínguez Saucedo. ![]() James Joyce: Retrato del artista adolescente. Idioma original: Inglés. Título original: A Portrait of the Artist as a Yong Man. Año de publicación: 1916. Traducción: Dámaso Alonso. James Joyce nació en Dublín en 1882. Fue educado por jesuitas y estuvo a punto de seguir la vocación religiosa, pero renunció a ella (y de manera general al catolicismo), tras las peripecias de su juventud. Decidido a ser escritor, y a la edad de veinte años se marchó a París. En 1905 llegó a Trieste, Italia en compañía de Nora Bernacle (la que sería su esposa veintiséis años más tarde) donde trabajó dando clases de inglés hasta 1915. Desde muy corta edad Joyce se inició como escritor, en 1907 publicó su primer libro de poesía titulado Música de cámara, en 1914 salió a la luz una antología de cuentos llamada Dublineses. En 1916, en Nueva York sale como libro Retrato del artista adolescente. Cinco años más tarde publica Ulises, una de sus más conocidas obras. Joyce enfocaba su literatura a tratar y explorar la vida de la gente común; no se enfocaba en tratar los problemas superfluos y monótonos de una vida en la ciudad, sino en profundizar en los problemas de la existencia y la conciencia. Su método estilístico es mejor conocido como “flujo de consciencia” y en él se utilizan de manera importante los monólogos interiores, que van desde parodias, epifanías, fantasías, descripciones o meros recuerdos que pretendían —y tal vez alcanzaban— penetrar en las regiones más inhóspitas del subconsciente de cualquier persona. La obra se compone de cinco capítulos divididos en secciones donde el tema central es el de la formación y desarrollo creativo e intelectual de un joven llamado Stephen Dédalus. Circundando al personaje y sus relaciones hay subtemas fundamentales para que la trama y el mismo personaje alcance sus metas, así como para que se tengan de manera clara los distintos momentos del joven escritor, siempre en relación con su entorno. Stephen es el primogénito de la familia Dédalus; en una familia de clase media alta que paulatinamente va empobreciendo así como creciendo en número. Estudia con los jesuitas desde sus primeros años escolares hasta su formación como universitario —siempre favorecido por la predilección de su padre. El profundo nacionalismo irlandés siempre en conflicto el inglés rodea y condiciona el desarrollo del personaje, así como una batalla interna entre el sentimiento de culpa, el temor y el deseo delimitados por su educación religiosa. Siendo una obra con tinte autobiográfico es interesante pensarla y leerla desde una poética que contemple precisamente el contexto como parte fundamental de la formación del artista, así como de la creación de la obra. No hallo mejor ejemplo de esa poética que la propuesta por el filósofo romántico alemán Wilhelm Dilthey; quien propone la existencia del concepto de «vivencia» (Erlebnis) que viene de un «hecho vital» que a su vez es parte de un «hecho histórico» y un «hecho concreto». Esa vivencia no tiene que ser estrictamente experiencia vivida, sino que ofrece el fenómeno de la vivencia a un nivel de mirada, es decir, esta vivencia funciona como una conexión con el mundo real. Cuando un poeta toma esa vivencia y efectúa una pre-reflexión del hecho, sumado a su contexto y a su vida anímica se produce un «acto creador»; se da como producto algo con conciencia histórica y por sí mismo se trata de una vivencia. Es el personaje del joven Dédalus perfecto ejemplo de la teoría romántica y el en sumo hay que agradecer al Joyce por su uso de monólogos internos para adentrarnos a la «imaginación del poeta» y comprender el desarrollo intelectual, moral y creativo que se va dando en el personaje. Pensemos en la primera parte de la novela y el descubrimiento de Stephen frente a la metáfora: “Eileen tenía las manos largas y blancas. […] Aquello era lo que quería decir «Torre de marfil»” y cómo a lo largo de la novela se van desarrollando distintos aspectos creativos del personaje —escribir un verso, luego un poema completo, hasta reconocer en él un “destino”: Estaba destinado a aprender su propia sabiduría…”— y así llegar a pensar en una poética propia fundada, más allá de la experiencia en el proceso cognoscitivo del poeta. Esta obra no sólo tiene un gran valor estético, sino también teórico, y como escritores, lectores y críticos/académicos tenemos una infinita deuda con Joyce y su arte, de la cual no se ha terminado de decir, entender y explicar todo lo que ella implica.
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Julio 2015
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