![]() por Monserrat Acuña Intentar hablar de Palinuro de México en un par de líneas es una tarea ambiciosa; aunque, quizás no lo sea tanto como la novela misma que es protagonista de este breve texto. Pensar en Palinuro de México es irremediablemente preguntarse por la totalidad, pues en ella se encuentran (y como nos lo sugiere el título del último capítulo de la obra) «todas las rosas, todos los animales, todas las plazas, todos los planetas, todos los personajes del mundo.» Hay dentro de la novela la intención de asir el universo; así como el Aleph de Borges, Palinuro es una esfera a través de la cual se puede asomar la mirada y apreciar todos los mundos posibles (incluso aquellos que según Leibniz la Mónada Suprema ha descartado). Es importante considerar que en la obra el discurso no es meramente ornamental, sino una parte más del contenido y a través del cual es presentada la propuesta arqueológica y poética del autor. La estructura del discurso irremediablemente nos remite a la Rayuela, ya que en ambas novelas (o antinovelas) los capítulos forman parte del desarrollo de una historia y al mismo tiempo pueden ser leídos inconexamente adquiriendo un sentido propio por sí mismos. Sin embargo es posible atreverse a afirmar que el escritor mexicano lleva a última instancia esta propuesta que marcó el espíritu de un todo un siglo, ya que la transgresión trastoca incluso al propio género literario, como por ejemplo: la inserción del género dramático a la narración propiamente novelesca, entre muchas otras formas del lenguaje, remitiendo así a poéticas como la joyceana, donde cada capítulo es un juego con las formas del ente literario. La historia, que podría ser considerada secundaria, relata en tercera persona la azarosa vida de su narrador. Palinuro es un joven hedonista, obstinado, soñador, eterno enamorado de su prima Estefanía y estudiante de Medicina. Palinuro nos convida a realizar un viaje a través de la geografía y el tiempo, hilarante y maravilloso y, sin embargo, no por ello menos crítico de su contexto. El mundo de Palinuro está construido a través de palabras bellamente puestas en manifiesto a través de un prolífico malabarismo verbal, que se vale de estrategias tales como el extrañamiento, el sinsentido del lenguaje, la enumeración, etc. Estas palabras nos crean (quizá exclusivamente para el retrato de Estefanía) un Universo poblado por los personajes más entrañables: el abuelo Francisco, la abuela Altagracia, mamá Clementina, el primo Walter. Como ha sido ya mencionado con anterioridad, en Palinuro de México nos espera el encuentro con lo inabarcable; pareciera que junto al transcurrir de las hojas está también el sentimiento de intentar estrechar entre los dedos la liquidez de la naturaleza humana. Se encuentra en Palinuro de México una perspectiva que presenta todas las perspectivas potenciales a la mirada. Finalmente, queda abierta la invitación a leer Palinuro de México pues hacerlo es leer una crítica novedosa y transgresora sobre la Historia de México. Es indiscutible la intención de mexicanizar la historia, de proveer una mirada construida a partir del propio pueblo mexicano. Asimismo es posible encontrar dentro de Palinuro de México la obsesión de localizar un lenguaje latinoamericano a través del cual abordar las problemáticas socio-culturales, espirituales e históricas que distinguen la región latina, tan intrincada en su transparencia, de las demás regiones. Del Paso, Fernando. (1993). Palinuro de México. Barcelona: Ave Fénix.
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Julio 2015
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