Por Abraham Cortés Ronquillo. ![]() Hace dos semanas escuché por primera vez de Lilyhammer, la primera serie producida completamente por Netflix. En ella se nos presenta la historia de un ex mafioso italoamericano que entra al programa de protección de testigos, después de traicionar a la banda a la que pertenecía, para irse de la ciudad de Nueva York con una nueva identidad y sin antecedentes penales. Así es como llega a Lillyhammer con la intención de empezar una nueva vida. En lo personal, soy fan de las películas de gangsters (El padrino, GoodFellas Reservoir dogs, Pulp Fiction, Scarface) y producciones como Los Soprano, pero ¿una serie producida por Netflix, en noruega, con actores inexistentes para Google? Éste coctel de directores vikingos despertó todas mis dudas y mi curiosidad; entonces empecé a ver Lilyhammer, tratando de ignorar todos los prejuicios negativos que tenía, si bien Netflix presenta una gran variedad de películas y series (ni tanto en realidad, pero siempre lo presentan así), de ninguna forma significa que puedan crear… no tenía nada de fe en ellos. “Let me tell you a little story about a hero of mine, Benjamin Siegel. Don't call him Bugsy. One day he decided to build the world's biggest club... in the middle of the desert. Everybody laughed. But today, that place is called Las Vegas.” Lo primero que pude notar es la aparición estelar de Steven Van Zandt interpretando a Frank “the fixer” Tagliano, un personaje prepotente, inteligente, valiente, agresivo, impulsivo, pero sobre todo con mucha clase y con ganas de hacer dinero. La serie de ninguna forma es perfecta, se encuentran huecos en la historia y errores de continuidad, pero cuando escuchas a Steven Van Zandt cantar “My kind of town” te das cuenta de que eso no es tan importante y que puedes relajarte y disfrutar de una serie agradable con un toque delicado de comedia que revive a los clásicos delincuentes italianos que tanta falta le hacen al cine actual. Al final resulta ser un trabajo recomendable, lleno de referencias interesantes a los clásicos del cine y con comedia política muy divertida; además del notorio cruce de culturas; nos deja descansar un poco de estar escuchando a gringos hablar inglés todo el tiempo y nos muestra muchas caras nuevas que con un trabajo dental podrían salir de esos teatros noruegos y tener una buena carrera en el cine comercial. Si llegan a tener 1080 minutos libres y disfrutan del cine de mafia, tienen que ver Lilyhammer y como yo darle la oportunidad a Netflix de sorprenderlos con su primera producción.
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Julio 2015
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