![]() El mundo está compuesto de lenguaje y es a través de éste que es posible el habla y la escritura (posteriormente deriva el discurso). Esto es que el mundo está compuesto de signos u objetos que son potencialmente comunicables por medio de la expresión oral o escrita. El mundo es visto por todos así como todos son capaces de relacionarse con él de distintas maneras; sin embargo, es labor del poeta mostrar ese mundo intersubjetivo desde su particular visión del mismo, ese mundo presentificado por el poeta —es decir, que se manifiesta frente a la conciencia siempre como algo nuevo—, es un mundo extrañado, un mundo raro y desconocido. Y sin embargo, sigue siendo el mismo mundo que compartimos todos junto al poeta. Ahora bien, cuando el poeta se decide por mostrar la universalidad por medio de lo particular es cuando se mantiene una cierta cercanía con su propio mundo circundante. Jordi Virallonga logra manifestar el pasado, acaso su pasado, nuestro pasado, a través de versos manchados con el tiempo que ha sucedido desde la infancia hasta la adultez, quizá sea la mirada de un hombre cansado que intenta contestar desesperadamente a su presente por medio de la memoria que carga a sus espaldas. En su poemario Todo parece indicar se manifiesta una gran carga mnemónica que intenta fundar desde el poema inicial una visión de mundo tan del poeta que se vuelve la fundación del tiempo de aquel que escucha su voz como un eco en las galerías de la conciencia. Quizá no sea una locura pensar/ que hay alguna propiedad nuestra/ en toda permanencia de las cosas. Asimismo, al fundar ese pasado casi mítico se comienza la creación de un sentimiento de constante anhelo por la recuperación de éste que parece escaparse de la memoria como la luz escapa de los ojos de un muerto. Y es aquí donde el adulto se convierte en niño dentro de su pasado, en uno de aquellos niños que aún no saben/ que los vivos obedecen a sus muertos. Así el poeta obedece a su memoria y se dedica a la constante tarea de ingresar a la trascendencia óntica de su existencia para reingresar el pasado en su presente y solventar la soledad que magulla el espíritu. Y es que el recuerdo de una madre, como aparecerá en los poemas La última lección y Magia, es uno de los que más duelen a quien tuvo siempre allí a su madre, sabiendo que estaría siempre como el columpio al volver el verano/ como dura la lluvia si ansías/ que huela a mojado la hierba. Es acaso un ejercicio donde la saudade queda implícitamente manifiesta; aquel sentimiento que hace del poeta un viajero del tiempo que se arroja al insondable pasado que le acecha, aun sabiendo que aquello no volverá y que sólo sufrirá más al actualizarlo frente a él en el poema que se escribe sobre el silencio del mundo; el poema que se escribe con las cenizas de una ciudad perdida en la infancia que no volverá. La poética que se revela en Todo parece indicar de Jordi Virallonga, parece indicar, efectivamente, que el poeta tiene una voz, tan viva y tan profunda, que permanece (y permanecerá) como el eco de cada palabra, signo de puntuación y silencio contenido en tan hermosos versos que prodigan belleza a la tristeza, y es por esto que la tristeza tiene un sabor tan dulce aún duela como una espina en el corazón. Y a pesar de derramar lágrimas al vernos incapaces de asir aquel tiempo escurridizo, nos sabemos jodidamente dignos de haber sido capaces de sobrevivir al tiempo que tanto empeño pone en lastimarnos. BIBLIOGRAFÍA: VIRALLONGA, Jordi. (2013). Todo parece indicar. 1ª ed. México: Ediciones Morbo.
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Julio 2015
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