Por Héctor García.
La explosión del mercado, el consumismo y la globalización han llevado al hombre a reflexionar sobre la banalidad de sus nuevas preocupaciones; inversión y derroche se han vuelto palabras tan constantes en el intercambio coloquial que generan una conclusión sobre esas misma reflexiones: el ser humano rebasó su cualidad de ser social para convertirse, inevitablemente, en un ser capital. El dinero, el efectivo, el capital, el crédito, insertados en la vida cotidiana, permean las distintas historias de esta antología en la que Xavier Velasco, desde la voz de sus protagonistas, nos permite ver las consecuencias que desencadenan el deseo, la avaricia, los excesos, las enfermedades y el placer producidas por la aspiración de la trascendencia monetaria. Un libro, que se ofrece a nosotros como objeto que refleja nuestra misma realidad sin ser un espejo; las existencias transformadas que reviven a nuestros pecados capital-es; fieles entregados al dios Dinero que arroja la eterna y falsa promesa de que, bendecidos con un poco de su gracia, ya sea en monedas o billetes, todo estará mejor. A la par de desplazarnos con los personajes, sudar su desesperación y contagiarnos de su deseo, como si camináramos por la calle, la voz de un vendedor ambulante se abre paso entre las páginas del libro ofreciéndonos el producto milagroso: La Maja Barata; el último recurso y la última alternativa, de la cual se nos asegura, volverá, felizmente, a las preocupaciones en espectros del pasado. Un libro que resucita a los monstruos del pasado para traerlos a un presente económica y desconsoladamente ennegrecido. Son los fantasmas de las ofertas atacándonos con una mercadotecnia que es imposible de ignorar; la serie de productos nuevos acechándonos y alimentado nuestras ganas de poseer lo innecesario; las casas embrujadas disfrazas de bancos y los vampiros crediticios en forma de tarjetas de plástico. El ser espeluznante de la estética que cobra vida por los objetos, la cantidad de plata y las tendencias de la moda. Es a través del humor, del sarcasmo, de una voz y conocimiento desconcertante, de una desesperación y de un goce perverso, producto de la adrenalina que provoca el saberse al borde de la ruina por una deuda aún no saldada, que Velasco nos recuerda que al decir dinero no lo es todo, sólo nos estamos engañando.
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Julio 2015
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