![]() El escritor británico, Oscar Wilde, nacido en Dublín en 1854, se formó en Portora Royal School de Euniskillen, Trinity College de Dublín y en Magdalen College de Oxford. En 1882 viajó a Estados Unidos, ahí ofreció conferencias en las que sostenía la idea del arte por el arte. Wilde asciende a la fama aclamado por su ingenio y sus denuncias a la hipocresía de la sociedad de su tiempo. El señor Otis, primer ministro de los Estados Unidos, adquiere el castillo de lord Canterville junto con el fantasma, todo por el mismo precio. Nadie le ha mentido al señor Otis, todos le advirtieron de los horreros de su nuevo hogar, pero él es un hombre de la actualidad, no de la niebla añeja de Gran Bretaña, por lo que a su parecer los fantasmas pueden ser comprados, incluso puestos en exhibición en museos. ¿Qué será de un fantasma de más de trescientos años cuando tenga que enfrentarse a una familia que no niega su existencia, pero tampoco le sorprende? La dignidad del fantasma de Canterville está en juego. Al principio, la familia Otis se sorprende de horrores del fantasma como si se tratara de una atracción de feria, y a la larga se convierte en parte de la cotidianidad. Incluso, los gemelos Otis, se dan el lujo de faltarle al respeto con sus bromas infantiles. La familia Otis no se aterra de la mancha de sangre en el tapete de la sala, ni sienten escalofríos con el rechinar de sus cadenas por los pasillos, la mancha se puede quitar con un buen detergente y a las cadenas sólo les hace falta aceite. Todo puede ser resuelto con los productos americanos que taren consigo. Wilde, señala cómo se pretende ignorar el sufrimiento de un alma usando objetos con un estilo humorístico. No pasa mucho tiempo para que el fantasma prefiera andar a hurtadillas por el castillo, aceitando sus oxidadas cadenas para no despertar a los señores Otis, prefiriendo pasar desapercibido porque llamar la atención de los niños implica un calvario. La pluma de Wilde siembra en el lector empatía por el rancio fantasma, quien, después de muchos años de arrancar gritos despavoridos de los habitantes del castillo, ahora es atormentado por mortales que nada comprenden de su oficio. En El Fantasma de Canterville Wilde, une dos elementos opuestos: el materialismo de las sociedades modernas contra un espíritu atormentado. Llevado con humor cuando se trata de acusar las ocurrencias de los Otis y delicadeza cuando hay que comprender el color y el cansancio del fantasma, hacen del cuento una lectura deliciosa. El cuento reclama el respeto hacia los espíritus atormentados casi olvidados en el diario existir. Replantea qué valor hay en las cosas y qué efecto tienen en lo no material. Para saber si aún se está dispuesto a regalarle un grito de horror a un antiguo fantasma o si es mejor regalarle un bote de aceite, nada como El Fantasma de Canterville. Wilde, O. (2011). El Fantasma de Canterville. México: Punto de Lectura.
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Julio 2015
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