![]() Por Carla María Durán Ugalde ¿Cómo gana la muerte por sobre la vida? Hay un momento en el que el cuerpo bien podría recuperarse pero ya es tarde. No es que hayan faltado medicamentos o cuidados para el convaleciente; la enfermedad, más allá de haber lastimado el cuerpo, ha debilitado el alma. La voluntad de sanar murió antes de que los pulmones dejaran de respirar. El cuentista norteamericano, O. Henry, echando mano de la prosopopeya nos presenta lo devastador que puede ser el no tan educado caballero, el señor Neumonía, en el relato La Última Hoja. Cuento publicado en el año 1907 en la colección titulada The Trimmed Lamp. Johnsy y Sue son unas artistas jóvenes comparten apartamento en Greenwich Village, Nueva York. Forjan su carrera en el arte ilustrando en revistas las pequeñas historias que escriben los escritores para forjar su camino en la literatura. La vida ha sido buena con ellas hasta que llega noviembre. Johnsy cae enferma, tiene neumonía. El problema no es conseguir un doctor, lo que sucede es que él ya hizo todo lo posible. Las probabilidades de que sobreviva son una en cada diez y esa única depende de que Johnsy de hecho quiera recuperarse. Sue se queda a cargo de su amiga y hace lo posible por darle fuerzas para despertar otro día. Desde la cama en la que reposa Johnsy se puede ver por la ventana un árbol que está perdiendo las hojas. Johnsy empieza a contar cuántas quedan en él. Sue no se percata hasta que sólo quedan cinco hojas. Es entonces cuando escucha de la boca de la enferma la ridícula idea de que va a morir cuando la última hoja caiga. Nada tienen que ver una cosa con la otra, pero irremediablemente la última hoja caerá y ya lo dijo el doctor: sin voluntad para vivir, Johnsy no se recuperará. Se pone en juego la vida porque no hay enfermedad más pesada que el desgane. La muerte no viene por los enfermos de neumonía que hacen un esfuerzo diario por mejorarse, viene por los que se dejan morir. La voluntad de Sue es que Johnsy viva, no es suficiente. Pero bien puede ser que la voluntad de la hoja sea quedarse en el árbol. O. Henry con su pluma fluida y sus finales inesperados nos regala un cuento delicioso para vencer a la muerte y combatir con todo el ímpetu por una vida que se considera más preciada que la propia. Henry, O. (2001).The Last Leaf. En R. Gelshenen, & J. Kay, Discovering Fiction. A reader of North American Short Stories. (págs. 66-69). Nueva York: Cambridge University Press.
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![]() Por Carla María Durán Ugalde El orden natural de las cosas indica que los hijos enterrarán a sus padres y será un dolor inmenso pero soportable puesto que está dentro de lo que es considerado usual. No transgrede ninguna norma, no se contrapone a lo que se espera de un futuro. Quién se queda sin padres es un huérfano, pero ¿cómo se le llama a quien pierde a un hijo? A ese dolor no le hemos puesto un nombre. El escritor norteamericano, Sherwood Anderson (1876-1941), nacido en Camden, Ohio, escribe con una soltura elegante y casual la fragilidad de las personas sencillas. El genio de Sherwood no reside en haber recibido una educación formal muy culta (al contrario, estudió hasta los 14 años y fue soldado), sino en su capacidad para comprender la naturaleza humana. La Plantación de Maíz es uno de sus cuentos en los que su talento retrata la pena de la gente de todos los días. Los señores Hutchenson viven de la tierra. Sus pequeñas y arrugadas figuras trabajan su granja con devoción. Se casaron siendo ya mayores y únicamente tuvieron un hijo, Will. Sucede con Will lo mismo que con la tierra, es objeto de todo cariño, no presumen de él pero tienen mil maneras discretas para expresarse orgullosos. La tierra y Will son lo único que tienen los señores Hutchenson. Una tierra fértil que permite la vida y un joven que va a permanecer en el mundo por más tiempo que ellos. La vida es buena y tranquila, su hijo es querido a dónde va y les escribe con frecuencia, el campo les da para comer. Los días pasan con ternura por las manos arrugadas que se entrelazan. Pero hay un error, pensarlo todo en términos de vida, de futuro y prosperidad lleva a una difícil confrontación con la realidad cuando el porvenir no es el esperado. Sherwood lleva el relato por un camino dulce hasta llegar a un pesar amargo sin alterar en ningún momento las acciones silenciosas que revelan la delicadeza de sus personajes. La Plantación de Maíz es un cuento para el dolor que se carga con suavidad y discreción, para la confrontación silenciosa de la vida con la muerte. Sherwood habla del consuelo que se necesita en una pena que sucede de repente, entre las personas comunes. Su pluma, con un estilo delicado, hace de un hecho terrible y ordinario una ficción bella que encanta a quién lee. Anderson, S. (2001). The Corn Plantating. En R. Gelshenen, & J. Kay , Discovering Fiction. A reader of North American Short Stories. (págs. 28-32). Nueva York: Cambridge University Press. |
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Julio 2015
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