Dir. Marry Harron
Productora: Lions Gate Films Año: 2000 Reparto: Christian Bale, Justin Theroux, Josh Lucas, Reese Witherspoon, Willem Dafoe. American Psycho parece mostrarnos el mundo desde el punto de vista de uno de nuestros monstruos contemporáneos. Patrick Bateman es un yuppie típico (más bien, estereotípico) que amasa mucho dinero sin ensuciarse las manos en lo absoluto. De hecho, no queda muy claro a qué se dedica exactamente. Es un ejecutivo y se sienta cotidianamente junto a otros trajes para tomar decisiones muy importantes mientras desarrolla fetichismos extraños en torno a los restaurantes, la música pop de los 80 o las tarjetas de presentación. Las principales ocupaciones de su vida son él mismo, el asesinato y algún polvo perversón ocasional. Un día mata a un colega y desaparece el cadáver como de costumbre. La familia de su víctima contrata a un detective y Bateman comienza a verse cercado. La presión le conduce al agudizamiento de sus crisis asesinas y a un final, digamos, un tanto alocado. Los detalles son para verse más que para contarse. De cualquier forma, en el caso de esta película, la trama es lo de menos. Por ejemplo, no se enfoca en el duelo de inteligencias entre un detective (que suele ser un hombre atormentado, alcohólico, divorciado o con pecados ocultos… o todo junto) y una presa inteligentísima y autosuficiente. Éste no es un thriller. Tampoco es un estudio de carácter, lo cual puede ser una decepción dado el título de la película… de hecho, si decimos que la película es acerca de un sujeto adinerado que mata gente, creo que la caracterizamos decentemente. El filme se llama American Psycho y, bueno, hay un psicópata que, además, es gringo, así que ya está. No hay hondura humana. Todo parece demasiado pulido y, por lo mismo, superficial. Los demás personajes están ahí, pero como autómatas vistiendo fino y comiendo caro. Bateman se mueve deliberadamente enmascarado entre ellos, pero cuando le ves el rostro no lo entiendes ni más, ni menos. Al final de la película no hay comprensión hacia ninguno de los personajes. Tampoco hay redención, risa tonta, sensación de cachondez, aumento del sentido del asombro o alguna otra recompensa de ésas que te brinda el cine. Queda en su lugar cierta perplejidad. Esta circunstancia puede ser deliberada. Quizás lo que la película trata de establecer es que el mal es un misterio y que nunca lograrás comprenderlo por más que te acerques y tengas con él una intimidad de 102 minutos. Quizás quiera decirnos algo del estilo: “¿Quieres comprender cómo funciona la mente de un psicópata americano? Anda, echa un vistazo: no encontrarás nada. Porque el mal es un enorme vacío en el universo y en nuestra inteligencia…” Puede que la cosa vaya para allá, pero no lo creo. Para poner un contraste, quien sí lo hace es otro relato de psicópatas. En Henry, portrait of a serial killer (1986) hay una escena que vale toda la película: el protagonista nos ofrece la exposición que nos guiará a la comprensión de su personaje. Comienza a hablar acerca de su infancia, del abuso de que fue objeto y cómo aquello le llevó a apuñalar a su madre. Su interlocutora le dice “Otis dijo que la habías golpeado con un bat de béisbol”; el otro insiste en que la apuñaló y procede a dar cuenta de las circunstancias. Después de un relato sórdido termina diciendo: “Ella me golpeó con una botella de whiskey. Yo le metí un tiro. La maté.” Su interlocutora le dice: “creí que la habías apuñalado” y él dice: “ah, sí, cierto, la apuñalé.” Aquí la cosa está clara: no hay por qué y preguntar no sirve de nada porque el demonio siempre miente. Nolan usará el mismo procedimiento en The dark knight cuando hace que su Joker nos ofrezca dos versiones distintas de su propia historia. En el caso de ambos, sus palabras nos los ocultan más y, mientras más los escuches, menos los entenderás. Quizás ése sea un tropiezo de American Psycho, aquí se pretende que las palabras del protagonista (la historia va narrada en una logorréica primera persona) nos revelen el personaje; pero semejante procedimiento para este personaje necesariamente caerá en el fracaso. Por ello, si la vemos como una parábola en vez de un estudio; si buscamos en ella tipos en vez de caracteres como en una comedia, a la película le puede ir mucho mejor. Esta película es más como un desmadre sangriento y, de hecho, hay quien la enfoca como una comedia de humor negro. Así ha sido vista y disfrutada por más de alguno. Su problema es que a veces trata de explicar de más y como comedia, realmente tiene poca gracia. El potencial cómico de la sangre es casi nulo en personas mentalmente válidas. Si es una diatriba contra una época cruel y egoísta como la nuestra, es más una sátira grave a lo Juvenal o Swift que una risueña a lo Horacio. Se habló de que el protagonista podía ser interpretado por Billy Cudrup, Edward Norton, Leonardo DiCaprio o James Woods. Al final quedó Christian Bale y no se extrañan los otros nombres, aunque nada en este mundo me hará decir que éste era un papel hecho a la medida para él (basta con imaginar qué hubiera hecho con ese material James Woods, por ejemplo). Parte de su éxito en esta película radica en que es la clase de actor que sabe cuándo abrir mucho los ojos, alzar la voz y ponerse a sobreactuar sin ocasionar pena ajena. Hay mucho de eso en American Psycho y se le agradece, porque se trata de las partes más entretenidas de la película. El uso de la canción Walking on sunshine también es muy divertido. La película ya tiene un status de culto. En la página de IMDB se la califica con un 7,6; en Filmaffinity aparece con 7 estrellas y Rotten Tomatoes le concede un 67%. Son números muy altos. Acerca de estas valoraciones habrá mucho que discutir. Que cada cual juzgue por sí mismo.
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Julio 2015
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