Por Carla María Durán Ugalde
El pan puede escoltar cualquier alimento del día, al desayuno, a la comida o a la cena, le viene bien el pan. En algunos casos una pieza de pan puede ser el único sólido que conforme el desayuno, pero con eso basta para que se concluyan las horas de hambre adormecida. El pan puede llevarse toda la atención por salvar la comida. Gaël de Pouldreuzic y Guénaël de Plouhinec se enamoran. Ambos provienen de familias de panaderos y por alguna excentricidad de la vida nacieron en ciudades enemistadas. Sin embargo, la historia no está en las dificultades que tienen para estar juntos. Las familias terminan aceptando que se unan en la ciudad que queda entre ambos, en Plozévet, celebrarán la boda. El banquete de bodas será servido con partes iguales de lo que se come en ambas ciudades. ¿Pero qué pan se sirve a la mesa de panaderos? En Plouhinec se comen galletas, son panes duros que pueden durar mucho tiempo. Guénaële sabe hornear pan crujiente. En la ciudad enemiga se come un pan que se derrite en la boca, un pan que es pura miga, un pan desnudo de cortaza. Gaël sabe hornear bollos. Los procesos para prepararlos son diferentes, cada cual tiene su sabor particular y texturas opuestas. Gaël está acostumbrado a los bollos que consuelan y su prometida a los panes que todo lo resisten. La decisión más lógica habría sido servir en el banquete de bodas por partes iguales ambos panes, como todos los demás platilos, pero Gaël y Guénaële están verdaderamente enamorados. Comprenden que son panaderos, hacer pan es el estilo de vida que van a llevar, entonces no pueden unir sus vidas sin hacer que las diferencias de cada tipo de pan se conjuguen en uno sólo. El novio propone el pan “crustáceo”, con una corteza crocante por fuera y la suavidad del bollo en el interior. El pan se logra, es la conjugación de los mundos de los enamorados. Pero Guénaële no se conforma, ella quiere un pan “vertebrado”, lo blando en el exterior y lo crocante por dentro. Ella fracasa, no encuentra manera de que cosa semejante sea posible. Sin embargo no se rinde porque sabe que en el matrimonio debe existir un eterno equilibrio. El pan “vertebrado” le daba un lugar a Guénaël en el que lo opuesto a Gaël es igualmente bueno e importante. Guénaël no descansa hasta concebir un pan con un centro de chocolate, es suave pero en el centro tiene un huesito de cacao. Los panaderos no crean panes para consumirlos durante las comidas del día. Se encuentran lejos del goce que les puede dar comer un pan por hambre o por antojo. Necesitan pan que los acompañe en el matrimonio. Pan que signifique algo más que Guénaël y Gaël, pan para expresar que están juntos. La creación de dos nuevos panes armoniosamente conjuguen las características de lo que conocían, de lo que eran sus mundos antes de enamorarse cerciora la convivencia en paz de una querencia más grande que las diferencias de dos ciudades. El pan declara dueños de un amor que entiende que dos personas distintas que se aman están hechas para amasarse en conjunto. Así como se necesitó de un padre que los declarara “marido y mujer”, se necesitó de un pan para hacerlos uno. Tournier, M. (1992). Medianoche de Amor. Madrid: Alfaguara.
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El sabor de las letrasEsta sección se encargará de analizar la presencia de los elementos gastronómicos y culinarios en la literatura. Archives
Mayo 2015
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