Por Andrea Domínguez Saucedo
Evelio Rosero es un escritor y periodista colombiano, que en el 2006 escribió la novela titulada “Los ejércitos”. Ésta relata la historia de un profesor de pueblo, que ya anciano sufre el conflicto armado entre el ejército y los guerrilleros; entre cadáveres y desaparecidos, Ismael Pasos busca a su esposa Otilia. Hay un juego entre el personaje narrador y el lector. Es el juego del mirón; el narrador es el típico viejo mirón, que deja que sus ojos anden entre las faldas y blusas de las chicas. La narración convierte al lector en un cómplice, una mirón más que juzga e imagina lo que no ve –la tersura de la piel o la falsedad de la pena-, marcando tres momentos en la novela. Es mirar a Geraldina –donde empieza y donde termina la obra- un punto crucial en la narración, ya que las imágenes que Ismael tiene de ella se contraponen y enfatizan la situación del pueblo. En la primera parte Geraldina toma el sol, despreocupada, desnuda y tranquila en su terraza: “La mujer del brasilero, la esbelta Geraldina, buscaba el calor en su terraza, completamente desnuda, tumbada bocabajo en la roja colcha floreada.”(Rosero, p. 11). Las descripciones siguientes, tanto del pueblo como de los habitantes muestran una aparente tranquilidad, pero, así como Geraldina, bajo ellos un rojo guerra se extiende. En poco menos de 100 páginas, Rosero presenta a los personajes y los sitúa en un contexto donde la violencia sucede mas no es el principal –por lo menos no el aparente principal motivo- incentivo del movimiento en el pueblo. Sin más, el brasilero es llevado por el ejército, junto con sus hijos, en la noche y frente a Geraldina. Ocurre una nueva transformación de la imagen: “es otra Geraldina, y, al igual que Hortensia Galindo, se ha vestido enteramente de negro” (Rosero, p. 77). No sólo es ella otra Geraldina, la transformación alcanza a todos, el pueblo entero se ve afectado; más desapariciones, las muertes y las amenazas. Hasta el mirón deja de mirar para buscar a su esposa. Velozmente el pueblo se va muriendo, como las flores del jardín de Otilia, como los gatos y como los peces del estanque en la casas del profesor Pasos. Otilia no aparece, los desaparecidos no regresan y los que quedaban se están yendo. Nuevamente Geraldina es la representación del pueblo: “Geraldina desnuda, la cabeza sacudiéndose a uno y otro lado, y encima uno de los hombres la abraza, uno de los hombres hurgaba a Geraldina, uno de los hombres la violaba: […] se trataba del cadáver de Geraldina” (Rosero, p.202). Ahí, donde empezó (con el cuerpo desnudo de la mujer) es donde termina. Geraldina es la alegoría del pueblo, tanto del lugar como de la gente que sufre el despojo, la violencia y el olvido, un pueblo muerto y profanado por la violencia y el poder. Pasos es todos, los que desde el otro lado miramos el pueblo caer, desmoronarse entre balas y desaparecidos, somos los mirones que al final sólo esperamos que, sin importar el nombre, igual disparen. Bibliografía: Evelio Rosero. Los ejércitos. España: Editorial Tusquets. 2006
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
carta topográficaEsta sección es un espacio en el cual hablaremos de los paisajes y lugares que han visto acontecer el transitar de la Literatura. Ya sean lugares fantásticos creados por autores o ciudades emblemáticas que han sido el motivo perfecto para dar paso a una historia. No importa si es París, Dublín, Narnia o Comala, aquí habrá siempre un sitio para cualquier lugar. Archives
Mayo 2015
Categories |