por Mariana Uribe
Camino por un pasillo estrecho, húmedo, el piso y las paredes están frías y mohosas. Vislumbro una luz al fondo, sale del suelo. Escucho mis pasos en la oscuridad, mis pies descalzos y los charcos. Alcanzo la luz, desciende por una escalera profunda. Bajo, y luego de diez escalones no encuentro paredes de donde sostenerme, a cada lado percibo un precipicio diferente, ambos oscuros, siniestros y sin retorno. El aire, denso, dificulta la respiración, cada vez pesa más cada escalón. La luz se aleja, se desliza por debajo un una puerta, yo meto los dedos por la ranura intentando detenerla, huye de mí. Golpeo con los puños la madera enmohecida y resquebrajada de la puerta, la atravieso y mis brazos se llenan de astillas.
Dentro del cuarto se ha quedado a descansar el rayito de luz que persigo. Se ha posado al centro, al fondo de un jarrón de cristal. Cambian los delgados hilos de agua que bajan por las pareces cuando la esfera de luz se sienta en el vidrio, el agua ahora brota a borbotones, la presión revienta los muros. Todo vuelve a oscurecerse, sin que yo pueda hacer nada, me lleva la corriente, me sumerge no me deja respirar. Oigo sonar mi despertador, me hallo en la tranquilidad de mi hogar, con la cabeza sobre mi mullida almohada. No obstante, para los personajes de Las crónicas de Narnia La travesía del Viajero del alba la historia fue diferente. A la mitad de su viaje hacia el Fin del mundo, justo cuando necesitaban oír ese irritante sonido, encontraron entre niebla la Isla Oscura. Los marineros a bordo del Viajero del Alba se sintieron emocionados al oír que el lugar a donde llegaban era “la Isla en la que los sueños de vuelven realidad”, sin embargo, todos desearon huir cuando encontraron a uno de los siete lores, que tras años de estar atrapado en la isla vestía harapos y estaba sucio y enloquecido. Habría sido mejor que me hubiera ahogado o que no hubiera nacido jamás. ¿Oís lo que digo? Aquí es donde los sueños… los sueños, ¿comprendéis? Se hacen realidad, se materializan. No las ilusiones: los sueños. Se produjo apenas medio minuto de silencio y a continuación […] se arrojaron sobre los remos para remar como nunca lo había hecho antes. (Lewis, 2005, p.232) Atribuidas a la magia, la brujería y los monstruos, a lo largo de la historia, las pesadillas han obstaculizado el descanso de las personas, empero, cierta parte del inconsciente sabe que en cualquier momento es posible despertar y que, en la mayoría de los casos, la realidad no es mucho peor que el sueño. La verdadera pesadilla sería encontrarte en algún lugar de la realidad onírica donde nuestros peores temores fueran reales y ningún despertador y ningún león narniano pudiera salvarte. Lewis, C. (2005) Las crónicas de Narina. La travesía del viajero del alba, “La isla Oscura”. Ed. Planeta: México.
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carta topográficaEsta sección es un espacio en el cual hablaremos de los paisajes y lugares que han visto acontecer el transitar de la Literatura. Ya sean lugares fantásticos creados por autores o ciudades emblemáticas que han sido el motivo perfecto para dar paso a una historia. No importa si es París, Dublín, Narnia o Comala, aquí habrá siempre un sitio para cualquier lugar. Archives
Mayo 2015
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