Concurso de calaveras literarias de la facultad de lenguas y letras, UAQ, 2015

La Calaca egresada
Gustavo Velázquez Lazcano
“Ay, esa Lulú”, dijo la Calaca.
“Quiero ya titularme y no me deja.
Que si el CELIC o el TECAAL u otra queja.
¡Así de la Facu saldré reflaca!”.
“¡Papeles, papeles y más papeles!
Prometo que con ella no seré así.
Le expediré los trámites tan fácil,
que llorará por otras pequeñeces”.
Así pensativa se fue al pañuelo,
pa’ desahogarse con otros como ella,
que ahí gastan sus horas en fiel espera,
expectantes de emprender su alto vuelo.
Miraba pasar a los de Inglés,
y a un grupo de Español más reducido,
que aun con LELIT no hacían amasijo,
pero sí más presencia que Francés.
“Hay carreras que no visitaré”,
se dijo muy trémula y reflexiva.
“No sea que Lulú me haga lavativa
y eternamente porra me quedare”.
De ahí se dirigió a la cafetería,
rabiando contra su astuta enemiga,
que aun ante su guadaña no se achica,
sino que más fogosa le replica.
La música y el ambiente eran buenos.
Pidió lo de siempre y se fue a la esquina,
para comer sin ser interrumpida,
evitando las burlas de sus huesos.
“No la dejaré hablar. Eso haré.
Porque como permita que ella empiece,
no existirá palabra que la frene,
ni argumento o razón que la aventaje”.
Rápida y discreta fue a Dirección,
esperando llevársela ese día,
si es que terca de nuevo se ponía
y enseñarle ella misma la lección.
Pero al entrar se vio de ella atacada:
“Cuánto tiempo sin vernos, señorita.
A ver si ya me va entregando ahorita
los documentos con que está atorada”.
La flaca puso pies en polvorosa,
viendo sus planes desbaratados
y todos ahí rieron sobrados
de saber a Lulú muy poderosa.
“Será otro día, cuando estés gripienta,
que te visite y no puedas hablar,
cuando conmigo te llevaré a rastras,
porque de señorío estoy sedienta”.
Gustavo Velázquez Lazcano
“Ay, esa Lulú”, dijo la Calaca.
“Quiero ya titularme y no me deja.
Que si el CELIC o el TECAAL u otra queja.
¡Así de la Facu saldré reflaca!”.
“¡Papeles, papeles y más papeles!
Prometo que con ella no seré así.
Le expediré los trámites tan fácil,
que llorará por otras pequeñeces”.
Así pensativa se fue al pañuelo,
pa’ desahogarse con otros como ella,
que ahí gastan sus horas en fiel espera,
expectantes de emprender su alto vuelo.
Miraba pasar a los de Inglés,
y a un grupo de Español más reducido,
que aun con LELIT no hacían amasijo,
pero sí más presencia que Francés.
“Hay carreras que no visitaré”,
se dijo muy trémula y reflexiva.
“No sea que Lulú me haga lavativa
y eternamente porra me quedare”.
De ahí se dirigió a la cafetería,
rabiando contra su astuta enemiga,
que aun ante su guadaña no se achica,
sino que más fogosa le replica.
La música y el ambiente eran buenos.
Pidió lo de siempre y se fue a la esquina,
para comer sin ser interrumpida,
evitando las burlas de sus huesos.
“No la dejaré hablar. Eso haré.
Porque como permita que ella empiece,
no existirá palabra que la frene,
ni argumento o razón que la aventaje”.
Rápida y discreta fue a Dirección,
esperando llevársela ese día,
si es que terca de nuevo se ponía
y enseñarle ella misma la lección.
Pero al entrar se vio de ella atacada:
“Cuánto tiempo sin vernos, señorita.
A ver si ya me va entregando ahorita
los documentos con que está atorada”.
La flaca puso pies en polvorosa,
viendo sus planes desbaratados
y todos ahí rieron sobrados
de saber a Lulú muy poderosa.
“Será otro día, cuando estés gripienta,
que te visite y no puedas hablar,
cuando conmigo te llevaré a rastras,
porque de señorío estoy sedienta”.

La catrina va al "cerropuerto"
Alejandra Plata Rangel
Estaba la catrina el Día de Muertos esperando,
Ansiaba a los alumnos de Lenguas y Letras encontrar,
A paso veloz al Centro universitario se fue andando,
Buscó y buscó y mejor a un vigilante fue a preguntar.
¿Dónde están los alumnos de la maestra Tatay?
En el “Cerropuerto” el vigilante le contestó.
¿Y ahora cómo le haré para llegar allá? Ay, ay, ay,
Tome el autobús de la UAQ, le respondió.
La catrina su credencial de estudiantes llevaba,
Entre tantos alumnos la catrina se fue muy apretada,
La cabeza y la mitad de su esqueleto salían por la ventana,
¡Ay! Pobres estudiantes que sufren así cada semana.
Enojada la muerte tomó otra decisión,
No iría por los alumnos, sino por los de Dirección,
Y ya se imaginarán lo que pasó,
Mejor no les cuento, Adiós, adiós.
Alejandra Plata Rangel
Estaba la catrina el Día de Muertos esperando,
Ansiaba a los alumnos de Lenguas y Letras encontrar,
A paso veloz al Centro universitario se fue andando,
Buscó y buscó y mejor a un vigilante fue a preguntar.
¿Dónde están los alumnos de la maestra Tatay?
En el “Cerropuerto” el vigilante le contestó.
¿Y ahora cómo le haré para llegar allá? Ay, ay, ay,
Tome el autobús de la UAQ, le respondió.
La catrina su credencial de estudiantes llevaba,
Entre tantos alumnos la catrina se fue muy apretada,
La cabeza y la mitad de su esqueleto salían por la ventana,
¡Ay! Pobres estudiantes que sufren así cada semana.
Enojada la muerte tomó otra decisión,
No iría por los alumnos, sino por los de Dirección,
Y ya se imaginarán lo que pasó,
Mejor no les cuento, Adiós, adiós.

Rogelius mortem
Esaú Frausto
Rogelio llegó a la facultad
con su atuendo de malote
y de poco fiar el muchachote
que enseñaba bien a declinar.
Muy puntual como acostumbra
comenzó a tomar asistencia,
uno por uno con mucha paciencia
a los ausentes les lloraba.
Los primeros ejercicios encargó,
en equipos estos se resolvían.
uno que otro en extras se veía
cuando el profe las libretas revisó.
Las once anunciaban su descanso,
en la banca del pañuelo se sentó
y al joven Gallardo la mano le dio
cuando éste leía a Garcilaso.
Apenas encendió la computadora
abrió Facebook, como de sopetón
vio su nombre en información
escrito por Lulú la degolladora.
Supo que de esa no se salvaría,
tomó la negra mochila y corrió
rápidamente hacia dirección.
Nadie estaba en aquel edificio,
Roger entró en busca de Verito
para darle saludotes y abracitos.
Gran susto se llevó el maestro
al ver a la huesuda sentada
que sonriente lo saludaba.
Cómo estás, mi condenado
ya se nos hizo retetarde
y yo dejé la sopa en la lumbre.
Agarra tus cosas y te me vienes
en caliente, hora sí, condenadote
estrenas el infierno de los profes.
El chisme del deceso se hizo viral
se pintaron poemas en la facultad
para al benemérito no olvidar.
Hubo un solo y triste inconforme
de lentes, pantalón y corbata
que quiso desafiar a la flaca.
Ay, Paquito, por más que chilles
y patalees por su querer
no te lo voy a devolver.
Esaú Frausto
Rogelio llegó a la facultad
con su atuendo de malote
y de poco fiar el muchachote
que enseñaba bien a declinar.
Muy puntual como acostumbra
comenzó a tomar asistencia,
uno por uno con mucha paciencia
a los ausentes les lloraba.
Los primeros ejercicios encargó,
en equipos estos se resolvían.
uno que otro en extras se veía
cuando el profe las libretas revisó.
Las once anunciaban su descanso,
en la banca del pañuelo se sentó
y al joven Gallardo la mano le dio
cuando éste leía a Garcilaso.
Apenas encendió la computadora
abrió Facebook, como de sopetón
vio su nombre en información
escrito por Lulú la degolladora.
Supo que de esa no se salvaría,
tomó la negra mochila y corrió
rápidamente hacia dirección.
Nadie estaba en aquel edificio,
Roger entró en busca de Verito
para darle saludotes y abracitos.
Gran susto se llevó el maestro
al ver a la huesuda sentada
que sonriente lo saludaba.
Cómo estás, mi condenado
ya se nos hizo retetarde
y yo dejé la sopa en la lumbre.
Agarra tus cosas y te me vienes
en caliente, hora sí, condenadote
estrenas el infierno de los profes.
El chisme del deceso se hizo viral
se pintaron poemas en la facultad
para al benemérito no olvidar.
Hubo un solo y triste inconforme
de lentes, pantalón y corbata
que quiso desafiar a la flaca.
Ay, Paquito, por más que chilles
y patalees por su querer
no te lo voy a devolver.