aquí, el agua y la arena, tu ser. Quiero dar otro sorbo quemar la lengua tragar saliva. Es tarde; he perdido la inocencia. Ahora confieso El exhorto, entonces la gotera replica Los vacíos. Hacen eco mientras el humo llega al punto más alto Y desaparece… Hoy desperté con el culo desnudo, la vista en blanco Y los deseos regados en la superficie estrecha de esta ciudad; Babeando con rabia tu abandono Mojada por las sobras del bacardi Y sorda por los gemidos del departamento de arriba: Desperté sin descubrir que mi cuerpo no ha sido encontrado y qué mis gritos jamás serán escuchados, no hay retorno No hay salida La cabeza es un bulto de ásperas manías; sed execrable: viérteme en el contraste sucio de mi alma, ahí, en dónde Antígona puso la soga, en la llaga del hombre, en las vísceras revolucionarias de la semiosis, un tumor sin remedio en pleno aquelarre, y un toro embistiendo la tierra fragmentada mi cabeza es la bomba que explota en la fauna y en la cólera del infierno. no admito este cuerpo, el rostro es un niño desconocido frente al espejo, una malversación de lágrimas en un cuerpo enrollado no lo acepto, destrozo con uñas; beso la cruz con la que Cristo despedazó la muerte, la misma que duerme en mi cama, qué ignora los astros las olas la llama que incendia y el signo fatuo de olores paganos, aquí; ajeno, inmortal, tempestuoso Nadia Paola Bernal Benítez (Estado de México, 1996). Estudio la carrera de comunicación y periodismo en la UAQ. He publicado en la Revista Enchiridion; Fui ponente en el Octavo Encuentro Internacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura (EIELL) con el ensayo "El arte íntimo de María Luisa Bombal en “El Árbol”". Actualmente escribo para el semanario Tribuna de Querétaro.
1 Comentario
Izcóatl Pérez
20/3/2018 03:30:44 pm
Excelente. Saludos cordiales.
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