Conversando con Alfredo en el QrobusNo vale nada la vida, Aunque sin plata estaría en Plaza del Parque varado en la primera parada escuchando el eco de mi cabeza bronceada, que lanzaría gritos o tal vez sollozos, por el salario mínimo de mis máximos esfuerzos que no son suficientes para llenar la tarjeta. la vida no vale nada, Lo repites en Manufactura 23 donde suenas con más cordura, me doy cuenta que dependo de plástico, asigno valor a los objetos pintados siguiendo caminos que otros trazan y el precio de peaje es muy alto. comienza siempre llorando, ahora que lo mencionas aquí en La Secundaria 2 un flashback lagrimal me arresta recordando la pubertad de amores instantáneos donde la soledad me daba mis primeras tundas y la presa de mis ojos no podía con el agua. y así llorando se acaba. Adecuado para el Mercado del Tepetate, donde compre la cobija de pétalos para cubrir a mi abuela de la fría tierra remojada con la lluvia de mi cara que brotó en mi primera entrevista con ella, la que no me deja dormir. por eso es que en este mundo. Que vas decirme si estoy frente a la Fuente del caballito con los párpados destrozados, después de que me robaste el sueño y la felicidad, ¿de qué más quieres hablar? la vida no vale nada. Te seguiste por toda Av. Universidad el camino fácil junto al río, pero me gusta tu insistencia y te creo no voy a comprarme una vida para preocuparme de los prepagos si mi destino es terminar llorando. Hace lo que quiere¡¿Qué chingados hiciste ahora? no puedo dejarte sola dos minutos porque ya chingaste a alguien, chingado padre contigo! Usted disculpe pero mi parte biológica hace lo que quiere, se me salió del huacal hace unos años, se deshuacalo y no he podido enhuacarla, hace lo que quiere y quiere lo que hace aunque hace lo que quiere y quiere que lo ase. La verdad me cuesta ser duro con ella así que juega, descansa, se avienta, se recibe, se cae, se levanta, se sale, se mete, se baja, se sube, se cae de nuevo, se arrodilla, se arrastra… y cuando la veo llena de lodo pienso que en realidad no me importa. Por qué me importarían sus huesos y sus venas si yo no estoy fuera, usted y ella serán arrastrados al suelo humífero para cumplir el infinito ciclo de la materia, pero yo aquí me quedo en el tiempo de esta época, tan insignificante, tan irrelevante, tan sofocante, tan -ante como una pidr-ante de un hormiguer-ante dentro de la selv-ante más grande del mund-ante. ¡¿Y ahora que putas estás haciendo? no puedo dejarte sola dos minutos porque ya puteaste a alguien puta madre contigo! Ya vio, siempre es lo mismo con ella, me descuido y hace lo que quiere. Tiempo![]() Mi muñeca me atrapa en pizcas de arena y campanadas cíclicas; a cada paso, a cada sombra, a cada nube. Mi putrefacta libertad danza con la materia del rítmico Oróboros; en cada hora, en cada día, en cada vida. Mis luces se apagan sin poder mirar nada dentro del oscuro flujo. Daniel Téllez
Estoy a la mitad del segundo piso y no puedo hacer nada para detener este elevador que amenaza con dejarse para experimentar aquello que se volvió el más grande y seductor de los misterios. Provengo de una de las ciudades más grandes, pobladas y desoladoras del mundo, con un andar acelerado que no entendía pero que mis padres se empeñaron en heredarme. Celebré los dulces dieciséis escapando de casa, pensé que era tiempo de explorar mi soledad y ponerme de carnada para la descarnada vida, así que llegue a la ciudad de los arcos. Muchos años rodeado de máquinas y procesos industriales me permitieron pagar la universidad, que, aunque me ha empobrecido, me permitió despejar las dudas que acechaban mi ser junto a personas muy parecidas a mí. Y aquí estoy, un chilango acelerado que escribe sobre la sociedad y su influencia en mis problemas existenciales.
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