Elektra Fluida golpea el sólido flujo sobre la acera, gotea likes envueltos en feromonas Sin bragas que torturen sus pixeles y sus pantones Fluida canta sudokus de amantes, hace malabares, posa gourmet Elektra no tiene París tiene feis, instagram Llora a una velocidad de 10 megabytes, mientras come sopas ramen Pétalos burbujas de jabón Ideogramas perforados anuncian doce centímetros más Rizoma imborrable estampita cajita se vende la compran la tiran la roban Pide un chai deslactosado ¿Light? Sin popote Danza con la boca Elektra líquida Elektra efigie Elektra chupacristal Fría espada Lista Para bañarse En oro Y ser colgada En la Recámara De un Don Vergas Cuerpo de millón Euforia cada dos horas Apatía cada una Suenan las notificaciones Es la despedida Una forma y un signo Mi nombre no se escribió con suavidad digital se trazó entre el óxido del hierro Esperaba ser pronunciado pero se gritó en medio del estertor de una fábula Y yo respondía ahogado en muecas era una acumulación de olvidos Y el olvido mayor me dio un número, una forma y un signo y me dijo: dadme Era hibris de holocaustos ¡Cómo dolían sus movimientos! Hernias surgieron en mis dendritas ¡ Hacía crujir cien mil millones de titanes! ¡Y nunca se sació! Se hizo borroso el reflejo de lo idéntico. Y nunca se sació Gritaba con alto voltaje: ¡Dadme! Y le ofrendaba Fukushimas y Chernobyles Siempre regresé a mirar mi reflejo entre frases turbias La cama, las mantas, el frío, la puerta, el piso duro, el gris, el espacio entre dos nadas La sorpresa es saber que los pies hinchados lastiman el suelo y las uñas lo hieren A los astros también se les observa hacia abajo los buenos también son una mierda Aquellos ruidos miserables de locomotoras alimentadas con plegarias de marranos Estulticias chimuelas que caminan desolladas el camino de los perros Fueron apuñaladas por indulgentes progresos ofrecidos en lujosas letrinas Miguel Ortiz se dedica a la docencia y a la consulta clínica psicológica, goza de la poesía desde su infancia. Se considera un poeta en emergencia. Es queretano de nacimiento pero morelense por amor a la primavera eterna, a Zapata y a Quetzalcóatl. Adoptó el pseudónimo de Prometeo cuando empezó a escribir. Actualmente es tallerista permanente en Vendedores Paraíso.
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