Entre mis más grandes mentiras están mis manos resbalando en tu cabello, tus ojos incitándome a pensar un “te quiero”, a morirme a cada instante en que respiras. Te vi bailar “el mar” mientras la luna sonreía y tus pestañas fueron puertas que se abrieron a la nada, yo pensando “no la veas”, evitando tu mirada pero esos ojos profundos me atraparon enseguida. Entre mis más grandes mentiras están tus labios hablándome aquella tarde, están tus brazos rodeando a mi “yo cobarde”, están tus besos que hasta hoy tanto me inspiran. Te vi cantar, disfrutando las melodías, paseando sola por el jardín de Vicente, por algún motivo no importó toda la gente y al llegar sólo noté que sonreías. Entre mis más grandes mentiras están mis pasos cautos caminando a tus caderas, tu gesto despreocupado al verme porque ya me esperas, invitándome a ser parte del espectáculo que miras. Te vi al caer la noche, la fuente te sostenía, nos esperaba un largo viaje y un trago muy amargo el viento se presentó y le compartí de mi cigarro, y para mi desgracia era el último que tenía. Entre mis mentiras más grandes está tu mano entrelazada con la mía, está el recuerdo de tu adiós en aquel día en el que desearía que hubieras llegado antes. Te vi partir, caminar, dar vuelta en la esquina y perderte, yo te veía a pesar de que te alejabas, quería correr tras de ti mientras deseaba que ojalá algún día pudiera volver a verte. Entre mis más grandes errores está el de perder tus pasos, el de caminar descalzo sobre espinas huérfanas de flores. Entre mis más grandes mentiras está tu nombre que da vueltas en mi cráneo, está mi sed y delante el mediterráneo, y las verdades escondidas entre líneas. Carlos J. Poblete (Querétaro, 1998) participante estatal del evento “Arte y Cultura” organizado por los CECyTEQ en 2014 y 2015, obteniendo primer y segundo lugar respectivamente, lo que permitió en el primer año presentar su cuento en el evento nacional celebrado en Aguascalientes. Colaborador en la revista Enchiridion de la facultad de filosofía UAQ para su octavo número con el poema “A la misteriosa mujer de blusa a cuadros roja”. Lector de poesía y cuentos, dejó de ver la escritura como un pasatiempo hace 5 años cuando se dio cuenta de que había mucha tinta, papel, algunas cicatrices y heridas aún abiertas.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Gaceta
|