IEl problema es de la vida que por mucho que nos coma en el fondo no se sacia Es hermoso ver el vuelo contemplar cómo los torsos se desdicen de sus masas pero así y aun siendo hermoso tampoco el amor es el aire Le echaré la culpa al núcleo porque siempre el mejor postre se pospone hasta el final No sé bien por qué lo hacemos pero vamos hacia el sueño como escape de la vida Hay deudas que son para siempre y hay la luz que se conmueve cuando bates las pestañas Ningún porvenir se nos llena con los restos o el rescoldo de quemarnos la ignorancia aunque es innegable que ensucian el papel de la pared Lo escribo aquí en el papiro pero lo cierto es que el fin que persigo es tener tu corazón Para los seres humanos felices lo real es que la envidia sólo queda en el concepto IICon la misma mano que escribo “reposa el tiempo que quieras justo aquí en mi corazón pues hay una cama con heno” desnuco también un jilguero Y aunque conozco las almas complejas y las rías de aguas quietas no encuentro otra forma de vida que me llene más que el bar Igual multiplico los panes como también que pasadas seis horas ni siquiera pesco un barbo Los mamíferos insomnes nunca saben bien qué buscan cuando van tras la sustancia Concédeme tu consuelo y te prometo que aviso con tiempo cuando sienta el cruel impulso de acabar de forma infame con tu pájaro cantor Con estas pupilas febriles que empleo en correr tras la luz el mirar al mar me ciega IIIyo, ¡que no soy yo! puedo violar a una mujer. escribir un verso triste color sangre azul y masticar ajos purísimos de buena mañana. Rodrigo García Marina Me llamas meteco (y es cierto) porque vine de otras tierras pero también que pasados dos meses conquisté tu corazón La embriaguez de lo conforme nos aploma la existencia El dinamismo te digo no es esto aunque tampoco descarto lo otro Yo no digo que movernos venga a ser la panacea Y a pesar de estar activos también la piel se nos pudre Poner en orden la casa no mejora la familia y aunque los cuadros estén en su sitio y los niños en sus camas el dolor nos desordena Para que el mundo prosiga su curso también hace falta el benceno y que a veces por los ojos derramemos nuestra sangre Cuando estén quietos mis labios dame el beso pudoroso que le darías si nadie te viese en los labios a una estatua Pedro López Fernández (Cehegín, 1966) es licenciado en derecho y empleado de banca. Reside en España, en la ciudad murciana de Cehegín. Finalista del Premio de Poesía Ciudad de Barbastro (Hnos. Argensola 2014) Sus poemas aparecen en revistas y espacios literarios como: Monolito, El Humo, El Grito Literario, Cultura Colectiva, Nocturnario, Nagari, Digo Palabra TXT y Río Grande Review. Autor de las novelas El Magistrado Cuernavaca (2014) y Las cenizas de Manhattan (2018) ambas con Editorial Amarante. plf1210@hotmail.com
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