![]() Corrí la cortina en cuanto me percaté de que aquella sombra pequeña se aproximaba a la entrada. Sentía un escalofrío recorrer mi columna vertebral, comenzando en la parte baja de la espalda, terminando por desbordarse en la nuca. Era imposible que en esas circunstancias mi garganta profiriera grito alguno. Con los ojos queriendo llorar el miedo que me consumía, mis piernas me pidieron moverme de la ventana. Dando traspiés me dirigí hacia la habitación de Angélica.
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Celeste terminó con una nota alta. El sudor le recorría el cuerpo. Lanzó un beso con sus labios carnosos y, sin esperar a que el telón cerrara, salió del escenario junto con sus bailarinas.
Celeste era una diosa sublunar: un espécimen de metro ochenta y nariz ganchuda. Entró en lo que para ella era su camerino, un cuartucho pequeño y maloliente pintado de rosa. En el interior, Fermina, la dueña, la esperaba sentada. ![]() Lunes. 10:08 h. Frente al ordenador intento escribir el cuentario que me brinde la beca para salir de casa de mis padres. Para dejar de atender a una bola de snobs que mi salario en la librería de los espectaculares amarillos. Una beca que por fin valore mi talento como escritor. Hace un año dejé la carrera en letras. Los maestros no sabían ni mierda. Creen que sólo por tener un título entendían el verdadero sentido de Finnegans Wake. Joyce como Bolaño no se entienden a partir de referencias. Ni el Ulisses ni 2666 se trasmite en una revista arbitraria. Me canse de mis compañeras tan pulcras, tan ñoñas y tan pendejas; como Adriana, memorizando versos de Lope para impresionar a la clase. Me desconecto de mis pies y viajo en una pecera. Contemplo la ráfaga de imágenes que me regala la ventana. Al mismo tiempo, mis divagaciones son interrumpidas por el alto volumen de la orquesta norteña y su violenta aceleración. El piloto venció a la luz, burló el tiempo, retó el sonido y superó el rayo. Burlando el semáforo y despistando a los policías de tránsito. Compitiendo con otros camioneros a llanta y acelerador por más pasajeros y retando el reloj. Jugando la vida de los viajeros.
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Gaceta
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